viernes, 20 de enero de 2012

"Cuando seamos olvidados dejaremos de existir"

O algo así decían en la película "El Aprendiz de Merlín" exactamente en esta escena (minuto 4:16) que irónicamente inspira un post que hablará justamente de ignorar los contenidos protegidos, y... ¿por qué?

Hoy muchos nos hemos quejado por el cierre de Megaupload y más que lo echaremos de menos, seguro. Pero con respecto a esto de la "piratería" siempre he sido bastante estricto, o al menos lo he intentado. La música que llevo en el móvil es música libre (de Jamendo.com principalmente), y después de ver la película "Babel" me hice la promesa de evitar ir al cine en todo lo posible, promesa que la ministra Sinde me hizo reforzar ampliamente contra el cine español. También creo, por otro lado, que uno puede poner el precio que quiera a lo que posea, y en la libertad de elección si el precio no se adecua al valor que nosotros le damos podemos, simplemente, no comprarlo, me parece que es lo justo.

Somos consumidores de contenidos, consumimos cuando oímos la radio, nos familiarizamos y buscamos aquellas canciones que de tanto oírlas se han convertido en la banda sonora que pedimos y bailamos en discotecas y fiestas o con las que nos identificamos según que momento. Ese vínculo alimenta un círculo que actualmente da de comer a la industria de lo protegido por copyright y se traduce en dinero en el momento en el que compramos los CDs, vamos a conciertos, o cuando los locales que visitamos pagan su canon por la difusión pública de esos contenidos protegidos que en cierta forma nosotros exigimos ya que es el contenido que nos gusta.

Ojalá, ojalá, para nuestra suerte, la industria del copyright hiciera bien su trabajo y, al igual que pasa hoy con megaupload, se nos complicara el acceso a su contenido a través, por ejemplo, del cierre de todos los enlaces a sus contenidos protegidos.
Ojalá que nosotros renunciemos a consumir sus contenidos, ignorándolos de la misma forma en la que hoy ignoramos (inconscientes, víctimas del tinglado que han montado para saturar nuestros sentido) a tantos buenísimos creadores del copyleft. Será entonces cuando lo fácil será consumir contenidos libres y por ende nuestros vínculos los empezaremos a tener con esos creadores que permiten el acceso gratuito a su contenido, y que convierten en dinero su obra a través de conciertos u otras formas más o menos imaginativas de merchandising.

Quizás será entonces y recordando "El Aprendiz de Merlín", cuando la industria de contenidos con copyright nos haya facilitado el camino para que sea olvidada y será entonces cuando estaremos mucho más cerca de que deje de existir.

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